Los monumentos d´Avebury, el templo de Stonehenge y otros parecen probar la existencia de una población numerosa, habituada a unirse por una acción común, bajo la dirección de una autoridad aceptada, hace unos 2000 años a.C
¿De dónde provenían estas familias que, luego de la desaparición del hombre paleolítico y al final del período glacial, habrían poblado Inglaterra, trayendo con ellos los bueyes, las cabras y los cerdos?
Los esqueletos muestran dos razas: una, con el cráneo alargado y la otra con el cráneo más ancho. Eran dos civilizaciones distintas, una de las cuales fue denominada con el nombre de Ibéricos, probablemente de España.
Los viajeros que regresan de Malta se quedan asombrados por los trazos comunes que ofrecen los monumentos megalíticos, en dos lugares tan alejados el uno del otro. Sin duda hubo en tiempos prehistóricos en el Mediterráneo, sobre las costas del océano y hasta las islas Británicas, una civilización bastante homogénea, como hubo más tarde en el Medioevo con la cristianos.
Los viajeros que regresan de Malta se quedan asombrados por los trazos comunes que ofrecen los monumentos megalíticos, en dos lugares tan alejados el uno del otro. Sin duda hubo en tiempos prehistóricos en el Mediterráneo, sobre las costas del océano y hasta las islas Británicas, una civilización bastante homogénea, como hubo más tarde en el Medioevo con la cristianos.
Esta civilización fue transportada a Inglaterra por inmigrantes, que quedaron en contacto con el continente, gracias a los mercaderes que venían a buscar los metales de Bretaña y llevar a cambio los productos del Levante y el ámbar del Báltico. Poco a poco, los isleños aprendieron el arte de la agricultura, a construir barcos y a fundir el bronce. Es interesante imaginar la lentitud de ese progreso, que ocupó a los hombres durante siglos.
LOS CELTASEntre el siglo VI y el IV a C. llegaron a Inglaterra e Irlanda vagas tribus pastorales y guerreras, echadas de Francia, que tomaron el sitio de los Iberos. Esas tribus pertenecían a un pueblo celta, que ocupó inmensos territorios en el valle del Danubio, el norte de los Alpes y
Los bretones bebían una mezcla de granos fermentados y miel. Doscientos años más tarde una crónica nos describe las minas de estaño y la manera cómo los lingotes eran transportados sobre las espaldas de un asno o de un caballo, para s luego ser embarcados.
El clan celta no era totémico, sí familiar. En Bretaña, en la época del César, se encontraron a los más célebres druidas, cada año en un punto central, quizá en Stonehenge. Los druidas enseñaban que la muerte era un desplazamiento y que la vida continuaba con sus formas y sus bienes en el mundo de los muertos, los cuales formaban una reserva de almas disponibles. Ese capital de almas no estaba limitado a la especie humana; creían también en la metempsicosis, rasgo común con el Oriente.
Las relaciones entre los británicos y los belgas eran estrechas y constantes. En el momento de la invasión romana, los celtas de las islas estaban menos armados que los galeses de Francia, quienes habían abandonado el carro de combate, porque encontraron los caballos. Los bretones no los conocían; tenían una infantería, en vez de una caballería.
En Bretaña como en Galia, los celtas, inteligentes y ligeros, imitaron la civilización romana. Los profesores, formados por los druidas, dieron a los galos su cultura clásica. Más tarde, en
César murió y Bretaña fue olvidada por un siglo. Mientras tanto, el sur y el centro de ella eran parte del Imperio Romano; en el norte, la ocupación no progresó.
El fin del poder romano en las islas coincidió con una debacle de desórdenes en extremo peligrosa para el Imperio. Hacia el
S V
La conquista de los sajones fue lenta y la defensa, bravía. En el año 429 a. C,(-IV) el obispo San Germán dirigió una lucha contra la herejía, lo cual prueba que los bretones tenían tiempos para el placer y el ocio y además para ocuparse de la teología. Durante ese período, habiendo visto amenazada la ciudad de San Germán, organizó una emboscada y -en el preciso momento- lanzó a los cristianos contra los bárbaros, que fueron vencidos al grito de “aleluya.”
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