lunes, 13 de octubre de 2014

EL REY ARTURO. ANGLOS Y SAJONES




 S VI: el rey Arturo, soberano mítico que inspiró a los poetas, logró  vencer a los invasores. Desde ese momento, los anglos y los sajones fueron amos de la parte más rica del país. Fue asombrosa la desaparición de la civilización celta romana. En Galia, ciudades y monumentos romanos han quedado de pie. En Inglaterra, la lengua guardó pocos rasgos del dominio romano; los encontrados son de los galeses.
En Francia, los monumentos son romanos; en Irlanda y en el país de los galeses, los sacerdotes y los monjes salvaron la cultura romana. Que el vocabulario doméstico sobreviviera, demuestra que se casaron con mujeres indígenas. Muchos hombres fueron masacrados o vendidos como esclavos. Los celtas fueron vencidos por los íberos.
Si Inglaterra moderna es tan profundamente diferente a Alemania, es porque la conquista Normanda fue una segunda conquista latina y porque en la sangre de los invasores germanos se mezcla, en una proporción bastante importante de  la sangre de las razas que las precedieron.

ANGLOS, YUTES Y SAJONES

Cuerpo grande,  ojos azules, cabello rubio rojizo, estómago voraz; se calentaban con licores fuertes. No tenían ninguna vergüenza de beber día y noche. De temperamento violento, su placer favorito era la guerra, pero bajo esa barbarie nativa tenían una inclinación noble y una seriedad que los alejaba de los sentimientos frívolos. Las mujeres eran castas y las bodas, puras. El hombre era fiel a su jefe. Cruel y feroz con el enemigo, leal para con su grupo, era capaz de respeto y devoción. Habiendo probado el poder terrible de la naturaleza, era religioso. Los cuentos celtas poseen unas imágenes tristes y exaltadas.  Se apasionaron al conocer la Biblia.

Velozmente los pequeños pueblos romanos fueron abandonados. Una comunidad de diez a treinta familias era un pueblo o célula para la vida de los anglosajones. 
El reino estaba dividido en “Shire”; los límites corresponden a los condados actuales. El Shire es la unidad judicial; es el lugar del patio de justicia, donde cada ciudad manda sus representantes una vez al año. Pronto el rey será el representado por un sheriff. ¿Cómo esta asamblea se ocupaba de los juicios, no lo sabemos. ¿Por una mayoría o por una discusión? La pena aumentaba con el número de culpables; los ladrones eran un grupo de uno a siete; las bandas eran un grupo de siete a treinta y cinco; más de esta cifra era un ejército. Los crímenes más graves eran los que violaban la paz del rey, en presencia de éste, en su entorno o en el vecindario o en cualquier parte.
Existía la tortura: los empalaban, los cortaban a trozos o los ahogaban con sus manos atadas. A falta de un juramento, el acusado era arrojado al agua: si caía a pique era inocente, porque el agua aceptaba recibirlo. 
También existía el juicio por el fuego; culpabilidad o inocencia era determinado por el aspecto de la quemazón, después de ciertos días. 

Luego de la Conquista Normanda, en caso de conflicto sobre la propiedad de un terreno, se recurría a la batalla singular; los dos adversarios luchaban hasta que uno pedía gracia. Estos aspectos nos hablan de una sociedad brutal, grosera, llena de honor y de una fuerte vida local.
Los anglosajones conservaron el gusto por los comités, grupos donde trataba de resolver las dificultades de la vida cotidiana, en un debate público. Este gusto se origina en su existencia nacional, donde trataban en el acto y sin burocracia en la plaza central un gran número de cuestiones administrativas y judiciales pendientes.


No hay comentarios: